sábado, 13 de abril de 2019

El día


Levantarse con mundos, que comer a ganas,
dar los primeros pasos
desgarrando a bocados girones de la aurora.

Salir a recorrer la vida
y que se convierta en una calle
de múltiples sentidos.

Correr a cincuenta metros del suelo
mientras  los transeúntes
se  vuelven locos al mirarte.

Dar pasos agigantados
que avancen tan despacio
como caminitos de hormigas
que llegan donde nadie los detiene.

Para almorzar un trocito de tus labios
que gritan a los cuatro vientos
que el universo no es inabarcable.

Seguimos rompiendo renglones
subidos al perfil de varias notas,
saltamos por  las copas de los árboles
para reírnos del perfil de esos idiotas.

Para comer un poquito de ironía
sobre esos que tanto creen que viven,
pero viven atrapados,
en  espejos que reflejan demagogia.

Seguimos con un café
que despierta las ganas de rozar la utopía,
del todo enajenados,
improvisamos antídotos de media tarde.

Nos merendamos noticias inmundas
que nos llenan los ojos de sangre.
Sangre de la mujer maltratada,
del trabajador al que le cayó la puerta encima,
del refugiado apaleado,
del que no cruzo el estrecho.

La rabia nos inunda,
contra sus nubes negras
que ocultan al escondite del sol,
navegamos armados de satélites.

La rabia nos inunda,
nos volvemos riada
que arrasa  sus calles,
arrastra sus coches blindados.

La rabia nos inunda,
nos volvemos trinchera
blindada de  verdades, de ideas, de piedra.

La rabia nos inunda,
nos volvemos  adoquín,
que cae sobre sus cabezas ahuecadas por la altura.

Acabamos acariciando la aurora
 devolviendo sus reglas,
tras comernos  la noche
transformados en luna.

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